Cuando conocí a Iria Juaneda ya había publicado un par de cuentos, Marcos y la Luna y ¿A qué jugamos Luna?. Iria ha creado una asociación sin ánimo de lucro que se llama Marcos y la Luna para ayudar a personas con Trastorno del Espectro del Autismo u otra diversidad funcional, además de ser mamá, trabajar y ser escritora. Es una persona de las que te contagia las ganas de vivir, la felicidad de la vida y te hace ver que, en realidad, hemos venido al mundo a ser felices y a querernos mucho.
Marcos está aburrido y no sabe con quién jugar, así que va a buscar a su amiga la Luna y le pide ayuda ya que ella nunca le falla. Luna le propone buscar a sus amigos a través de una divertida búsqueda del tesoro en la que Marcos y sus amigos viven numerosas aventuras en un mundo de fantasía.
A Marcos, le cuesta un poco entender algunas expresiones o hechos cotidianos, sin embargo, con ayuda de sus amigos, puede afrontar todo aquello que le pone nervioso o le da miedo llegado a buen término ya que, así, todo es más fácil y divertido. Hay un hecho que me parece precioso y muy importante y es que Marcos también se da cuenta de que no sólo los demás pueden ayudarle, sino que él también puede ayudar a los demás y juntos forman un equipo que se complementa a la perfección porque TODOS son necesarios.
Hay una canción en el cuento que va haciendo las funciones de hilo conductor para la búsqueda del tesoro y que si cantamos con los niños inventándonos la música, los niños la interiorizarán con mucha facilidad ya que el estribillo se va repitiendo.
Los niños acaban encontrando un cofre lleno de palabras dentro de un pozo que son las que les hacen darse cuenta de cual es el verdadero tesoro, la amistad, el respeto, la empatía…
Me gustaría compartir con vosotros una experiencia personal. hermano de una amiga tenía autismo, un autismo bastante severo, sin embargo, irradiaba felicidad por todos los poros de su piel. Cada vez que te veía te sonreía y era una de esas sonrisas contagiosas que te hacía sentir genial el resto del día. Después de conocerle a él decidí informarme sobre el autismo, me pareció muy importante no sólo para mi futura profesión, sino también por las personas con autismo que pudiera conocer en un futuro. Leí muchos libros, asistí a charlas de asociaciones, hice algún curso de formación… pero lo que más me ayudó fue conocer a las familias de niños con autismo. Eso te aterriza en la realidad, te ayuda a entender, a vivir, a sensibilizarte, empatizar y desmitificar todo lo que pueden haberte contado hasta ese momento. Pocos años después, fui tutora de un niño con autismo y todo lo vivido y aprendido hasta ese momento me fue de gran ayuda. Desde todo mi respeto y admiración, no voy a decir que no es duro, porque hay momentos muy duros, tanto si eres familia de una persona con autismo como si trabajas con ella, pero también hay momentos muy gratificantes y felices que hacen que los momentos duros sean más llevaderos.
Por todo eso, considero que cuentos como este son esenciales en la biblioteca de cualquier familia y centro escolar. Si tenéis oportunidad de leer ¿A qué jugamos Luna? no la dejéis pasar, no sólo por ser un cuento solidario, sino porque al compartir con ellos este cuento, estaréis ayudando de una manera sencilla y natural a que vuestros peques integren, se sensibilicen y normalicen el autismo.
Me gustaría deciros también que todos los beneficios de la venta de estos cuentos están destinados a La Asociación Marcos y la Luna de autismo u otra diversidad funcional. Si queréis algún cuento de Iria o saber más sobre su nuevo proyecto, podéis conseguirlo a través de su página o escribiéndole un correo a esta dirección.
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