Hace poco os hablaba del paso del tiempo con el calendario de Ekilikua. Hoy os hablo de un juego cooperativo chulísimo: Babel, la ciudad multicolor.
Como ya os hablaba en esta entrada, Ekilikua trata de acercarnos a través de los artículos de papelería y de los juegos de mesa valores importantes para el desarrollo de la persona y de la sociedad.
¿Por qué este juego es maravilloso? Porque es cooperativo. Así de simple. Estamos acostumbrados a jugar (de muchas maneras diferentes) a juegos en los que unos pierden y otros ganan. Nuestro gran niño es muy competitivo y además quiere ser el mejor, pero sus capacidades muchas veces no le acompañan para lograr este fin. Por este motivo, al jugar, se enfada o no quiere participar en los juegos que se proponen, pero este… este ha sido una experiencia diferente. Construir todos juntos, ayudarnos unos a otros para alcanzar un mismo fin, ha sido muy bonito además de entretenido y divertido.
El juego cooperativo ayuda al niño a tener una mayor empatía con el otro, fomenta la comunicación (ya que todos juegan en el mismo equipo) y ayuda a unir. Este tipo de juegos suelen ser muy divertidos con el plus de que todos se sienten ganadores. Eso sí, para que esto se dé es necesaria la cooperación entre todos los miembros, por lo tanto, también ayuda a esforzarnos por trabajar en equipo con una meta en común.
El gran forofo de los juegos de mesa en esta casa es mi marido. Cuando le enseñé este juego cooperativo de Ekilikua me dijo ¿puedo abrirlo ya? De hecho, se echó una partidita para ver cómo se juega a uno de las cuatro variantes que propone esta ciudad multicolor. Le encantó y no veía la hora de ponerse a jugar con las demás propuestas.
Todas las variantes tienen como objetivo común derrotar al rey Almagris. Y… ¿quién este rey Almagris? Es una representación, a mi modo de ver, del egoísmo y el miedo a lo nuevo y diferente. En el juego están representadas las diferentes cultural en las casas de colores. Cada color pertenece a una cultura distinta. El hecho de que tengamos que construir las casas juntos y sin importarnos mezclar los colores, representa (también a mi modo de ver) la mezcla de las culturas en una misma sociedad, el respeto, la igualdad de dignidad entre nosotros, etc. Esto es lo que le hemos transmitido a nuestro gran niño las veces que hemos jugado. De ahí que también se haya despertado su interés por saber qué es un continente, cómo se llaman, dónde se encuentran… qué ganas tengo de ponerme con él a trabajar más seriamente la geografía.
Estas fotos que hay a continuación es una de las varias partiditas que nos hemos hecho este fin de semana. Nuestro gran niño empezó medio quejándose y terminó jugando varias veces. No es complicado. En cuanto tienes claros los pasos que tienes que dar (dependiendo de la modalidad) el juego fluye… Si tenéis oportunidad de probarlo os animo porque vale la pena…
Un abrazo, Míriam.
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