El premio Anaya de literatura juvenil de este año, La rama seca del cerezo de Rafael Samerón, me ha dejado impesionada.
La historia se desarrolla en Hiroshima, en el año 1945, mientras los niños Ichiro y Masuji juegan en sus calles momentos antes de caer la bomba atómica.
En la Hiroshima actual, Sakura, una adolescente con una deformidad en la mano, sobrevive a las burlas de sus compañeros de clase y a la incomunicación familiar, piensa que su madre no la quiere y a su padre, absorbido por el trabajo, apenas lo ve. Aiko, una amiga virtual, vive en otra ciudad y no es fácil que lleguen a conocerse. Su verdadero deseo es convertirse en dibujante de manga, aunque sabe que eso nunca sucederá.
Pero la vida de Sakura da un giro cuando se cruza con el pequeño Tetsuo y con un anciano superviviente del bombardeo de Hiroshima que guarda un gran secreto.
La historia está narrada en tercera persona por Sakura y Tetsuo en dos tiempos.
No había leído nada del autor todavía, pero tiene una larga trayectoria literaria. Rafael Salmerón nació en Madrid en 1972. Estudió Ciencias de la Educación e Ilustración y Diseño Gráfico. Comenzó su andadura en el mundo de la literatura infantil y juvenil como ilustrador, allá por el año 1994. Pero, desde el año 2001, dedica la mayor parte de su tiempo a escribir sus propias historias. Historias emocionantes, duras, divertidas, tristes, alegres. Historias de aventura, de amor, de guerra, de conflicto, de amistad, de denuncia y, sobre todo, de esperanza. Historias de vida, al fin y al cabo. Unas historias que quiere compartir con los lectores a través de las páginas de los libros que tanto disfruta escribiendo e ilustrando. Ha ganado el Premio Lazarillo de Creación Literaria en 2017 y ha sido incluido en la Lista de Honor del IBBY en 2020. Además de numerosas obras publicadas en varias editoriales españolas, en Anaya ha ilustrado algunos títulos de la colección El Duende Verde: No soy una lagartija, Sí, soy una lagartija, Escapar de un cuento, Krak y Croc y Krak y Croc y el mamut.
Últimamente se publican novelas ambientadas en Asia, pero no conocía ninguna juvenil que gire en torno a la Bomba Atómica y debo de decir que ha superado todas mis expectativas.
Es una historia que se lee fácilmente, con un mensaje muy contundente sobre la amistad, el bullying, la superación y la Historia. Repleta de esperanza, misterio, segundas oportunidades, perdón, apariencias y sobre la vida real. Os recomiendo leerla y regalarla si tenéis jóvenes lectores en casa.
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