«Un gin-tonic para mamá. Diario de una madre desbordada» es sin duda uno de los libros con más humor que he leído últimamente. Su autora, Gill Sims, ha conseguido desde la primera página engancharme a la lectura de su libro publicado por Harper Collins.
Desde el primer capítulo la autora narra desde el personaje de Ellen, la mamá de Peter y Jane como si de un diario se tratase su día a día detalladamente como mujer, madre, esposa y amiga desde el primer día del curso escolar hasta agosto. Simon, su marido, ama todo lo que tiene que ver con la tecnología y las herramientas, de hecho, tiene una pequeña caseta en el jardín de su casa que representa su refugio. Peter y Jane son los hijos de Simon y Ellen. Estos hermanos son adictos a las videoconsolas y tienen una relación muy peculiar, no pueden estar juntos sin sentir la necesidad de pelear por todo y sin insultarse, sin embargo, son el mejor aliado del otro frente a sus padres y a las adversidades que les plantea la vida.
Ellen trabaja como informática a media jornada para poder conciliar su vida familiar y laboral y no se siente realizada en ninguno de los aspectos de su vida. Sus hijos parecen su peor pesadilla, las madres del colegio de sus hijos son todo lo que ella desearía ser y no es, su economía familiar no prospera mucho, su marido ha cambiado mucho desde que se conocieron y su relación ha sufrido bastantes altibajos, además, sólo tiene una amiga de verdad y sus padres y hermana parecen ser de otro planeta.
La autora describe a una mujer de 39 años que intenta olvidar sus problemas bebiendo, motivo por el cual el título del libro es más que perfecto, pero siendo realistas, muestra una realidad que creo que es demasiado patente en algunas familias y que no es motivo de risa porque emborracharte no va a solucionar tus problemas ni a hacer que los olvides.
Por otra parte, intenta ser como las madres perfectas del colegio de sus hijos. Ninguna trabaja para dedicarse por y para sus hijos, cocinan comida sana, sus hijos son muy educados, asisten a extraescolares de última generación, tienen una economía envidiable, un matrimonio fabuloso y su vida es P-E-R-F-E-C-T-A, al menos aparentemente.
La autora refleja muy bien la realidad de muchas mujeres del mundo que tenemos que dar lo mejor de nosotras mismas para llegar a todo lo que se espera de nosotras desde que comienza el día hasta que acaba teniendo la mayoría de las veces poca o ninguna ayuda de alguien, sintiéndonos desbordadas y comparadas con otras mujeres que, en apariencia, lo hacen mucho mejor que nosotras. Este es uno de los temas que destacan y desmontan en el libro y es que, aunque parece que hay super mujeres y super mamás perfectas que pueden con todo, la realidad es muy diferente. La autora muestra a través de Ellen cómo las mujeres, seamos como seamos, nos parecemos y tenemos en común mucho más de lo que suponemos y si en lugar de enfrentarnos y criticarnos dedicamos un poco de tiempo a conocernos, podemos sorprendernos gratamente en la mayoría de los casos.
Uno de los personajes que creo que más gracia me ha hecho es la cuñada de Ellen y su familia. Yo conozco algunas personas muy parecidas a ella en muchos sentidos y ¡son realmente como Amaris!
Me he sentido muy identificada cuando Ellen piensa “No sé cuando hemos envejecido tanto, antes solíamos quedarnos despiertos hasta tarde mientras charlábamos y escuchábamos música. Ni siquiera hablábamos de algo en particular…”. No sé vosotros, pero desde que nacieron los peques, mi marido y yo llegamos tan agotados de todo el día a la hora de acostar a los niños, que nos quedamos dormidos con ellos mientras les damos las buenas noches… por descontado de que eso de quedarnos hasta la madrugada hablando hace más o menos seis años que ya no sucede.
Ellen hace planes continuamente pero la realidad se impone en el día a día. La autora posee un humor envidiable para narrar las aventuras y desventuras de Ellen que tiene que hacer malabarismos para llegar a todo. Las situaciones que viven Ellen y su familia son desternillantes. He reído como hacía mucho que no lo hacía, hasta se me han saltado las lágrimas a lo largo de la lectura de tanto reír. Normalmente suelo comentar con mi marido los libros después de haberlos leído, pero con este no he podido esperar a terminar la lectura porque mi marido me sorprendía riéndome a carcajadas y me preguntaba que de qué me reía, de modo que he ido comentando con él el libro conforme lo leía.
Gill Sims nos muestra con un toque de humor muy personal cómo es ser una madre real, políticamente incorrecta, con sus defectos y virtudes, que no se rinde e intenta ser mejor cada día que pasa. Me parece que la autora realiza una crítica abrumadora respecto a la maternidad actual de la clase media en Inglaterra. El hecho de que el libro esté redactado en forma de diario facilita su lectura. Los personajes son entrañables, todos ellos, los principales y los secundarios. Creo que, seas como seas y tengas el estilo de crianza que tengas, es muy fácil sentirte identificada con cualquiera de las facetas de Ellen o cualquiera de las situaciones que vive porque seguro que conoces a alguien que ha vivido una situación similar o que se parece a alguno de los personajes. Os recomiendo leer a Gill Sims si queréis reíros y pasar un rato de lectura muy divertido.
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